Publicado en Revista Ambiente Siglo XXI - ONG Econciencia Autora Rosalía Paz
El océano recubre casi las tres cuartas partes de la superficie de nuestro planeta y contiene cerca del 90% del agua que existe sobre la tierra. Lejos de ser una gigantesca masa inerte de agua salada, es la principal fuente de oxígeno del mundo y el hábitat de más del 97% de todos los seres vivos conocidos. Además, es el principal termostato del planeta, una vez que regula las temperaturas gracias a las corrientes marinas intercontinentales. Estos verdaderos “ríos” de agua en el mar fluyen desde las zonas más cálidas hacia las zonas más frías del globo, evitando que haya sobre-enfriamientos o sobre-calentamientos. Nunca pensamos que nuestros deshechos llegarían tan lejos de nuestra casa, convirtiendo el océano en un gran basural…
El plástico ha sido uno de los desarrollos más revolucionarios en las últimas décadas. Como su propio nombre indica, es una sustancia capaz de adoptar cualquier forma. Si a esta fabulosa propiedad sumamos abundancia, bajo peso, estabilidad, durabilidad y bajo costo, entendemos el porqué de que está maravilla tecnológica haga parte de nuestro día a día. Este compuesto químico es un polímero sintético derivado del petróleo muy estable y prácticamente indestructible. Debido a su origen sintético, no existen en el ambiente los medios naturales para descomponerlo y transformarlo en otros compuestos, permaneciendo inalterado durante décadas o incluso siglos. Sin embargo, la acción de la luz solar (radiación) y el oxígeno son capaces de quebrarlo en fragmentos más pequeños sin alterar, no obstante, sus propiedades químicas.
Cuando nos detenemos a observar a nuestro alrededor, podemos ver que prácticamente todos los elementos que consumimos a diario contienen plástico. Los envoltorios de alimentos, productos de limpieza, aseo personal, elementos tecnológicos, piezas de electrodomésticos y vehículos, tejidos sintéticos, muebles, y así seguimos sumando. Si nos ponemos a pensar cuanto tiempo permanecen en nuestro poder los productos que consumimos, muchos no alcanzan a pasar un día o incluso horas o segundos en nuestro poder desde que los adquirimos hasta que los desechamos. Cerca de un tercio de los envases de plástico son de un solo uso, lo que quiere decir que luego de ser utilizados se descartan (embalajes). Cada año nuestra sociedad consume cerca de 200 millones de toneladas de plástico y de esto, solo el 5% es reciclado. Nuestra moderna sociedad de consumo, tan jocosa de poder adquirir prácticamente cualquier producto al mejor precio, no es capaz de ver el precio real que estamos pagando.

Cerca del 10% de todo este plástico es arrastrado desde tierra por las corrientes de ríos y los vientos continentales, llegando al mar. Pero el viaje de estos residuos no termina aquí. Se estima que la gran mayoría de este plástico (un 70%) se hunde en fondo del mar contaminando así el lecho marino. Allí, debido a la falta de luz y oxígeno permanecerá inalterado por siglos y siglos afectando negativamente a las formas de vida de esas profundidades. El plástico restante (cerca del 30%) emprende un largo viaje arrastrado por las corrientes marinas hacia los denominados vórtices oceánicos que son espirales donde confluyen estos “ríos marinos” con una alta fuerza centrípeta. Esta fuerza actúa como un resumidero atrapando todas estas partículas e impidiendo que estos deshechos se escapen y vuelvan a las costas marinas. La cantidad de partículas y deshechos que estos vórtices acumularon en las últimas décadas es tan grande, que han sido denominadas islas de basura o sopa plástica. Han sido identificadas en los 5 mayores vórtices de las corrientes marinas en el mundo: dos de ellas al norte y sur del Océano Atlántico, otras dos a norte y sur del Océano Pacífico y la quinta en el Océano Índico. Los bordes de las mismas son difíciles de determinar debido a que mucho del plástico está fragmentado en pedazos muy pequeños para ser vistos por los satélites. Se han realizado aproximaciones del rango de tamaño de estas islas flotantes, que variarían entre 650.000 km2 (un área similar a 4 veces Uruguay) a cerca de 1.760.000 km2 (área similar a tres veces el área de Portugal y España juntos).

Se estima que existen cerca de 334 mil pedazos de plástico flotante por cada kilómetro cuadrado de océano. Los fragmentos más grandes como las bolsas o plásticos de distintas formas como argollas o hilos representan un grave peligro para los animales, una vez que pueden ser engullidos accidentalmente y provocar la muerte por asfixia, o provocar estrangulación o amputación de miembros. Por su parte, los fragmentos más pequeños pueden ser de diferentes tamaños y colores y coexisten con el plancton. Como bien sabemos, el plancton es la fuente de vida del mar, en el cual se inicia la cadena alimentaria. Los primeros eslabones de esta cadena confunden los trozos de plástico con huevos, pequeños animales o larvas y los ingieren. Un estudio realizado sobre más de 671 peces muestreados en el mar ha revelado que más del 75% de ellos contenía fragmentos de plástico en sus estómagos. Por otro lado, actualmente el plástico forma parte de la dieta de cerca de la mitad de las especies de aves marinas. Estos elementos se van acumulando en los sistemas digestivos y son eliminados con dificultad, provocando serios trastornos alimentarios que en el peor de los casos puede llevar a la muerte.
Otro aspecto importante a recalcar es muchos plásticos poseen aditivos que pueden ser tóxicos y tener efectos negativos sobre los seres vivos como los falatios (DHD), que han sido relacionados con alteraciones en los aparatos reproductivos de caracoles, y podrían afectar otros animales también. Por otro lado, muchos plásticos tienen la capacidad de atraer compuestos químicos y pegarlos en su superficie. Muchos de estos compuestos químicos son conocidos agentes tóxicos como los insecticidas, herbicidas y fungicidas. El factor de acumulación para estas sustancias puede ser de hasta un millón, lo que quiere decir que puede estar acumulada un millón de veces en la superficie de la partícula con respecto a la concentración en la que se encuentra en el agua. La ingesta de estas partículas altamente tóxicas por los animales lleva a intoxicaciones que pueden causar la muerte.
Nosotros somos la tercera generación en utilizar el plástico. Sin embargo, solamente en la primera década de este siglo ya hemos producido la misma cantidad de plástico que en todo el siglo XX. En total, ya hemos arrojado cerca de cien mil millones de toneladas de plástico al océano que se han acumulado en verdaderas islas de basura. Este plástico hoy forma parte de la dieta de aves, peces y otros animales marinos provocando serios trastornos alimentarios e incluso la muerte. Hoy es imposible vivir sin el plástico, pero es necesario que replanteemos nuestros hábitos y conductas.
Fuentes:
– http://www.ciencias.es/la-isla-de-basura/
– Paz, Rosalía. Bioacumulación: lo que el hombre diluye, la naturaleza concentra. Parte I La contaminación ambiental.
Ambiente Siglo XXI. ONG Econciencia. Enero 2009 No 21.
– Paz, Rosalía. Bioacumulación: lo que el hombre diluye, la naturaleza concentra. Parte II. La magnificación del problema. Ambiente Siglo XXI. Econciencia. Febrero 2009 No 22.
– Paz, Rosalía. Bioacumulación: lo que el hombre diluye, la naturaleza concentra. Parte III De vuelta a la mesa. Ambiente Siglo XXI. ONG Econciencia. Marzo 2009 No 23.
Documental:
http://www.teledocumentales.com/oceanos-de-plastico/
Muy interesante tus publicaciones. Felicitaciones por tu blog. Cecilia
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