La magnificación del problema.
Publicado en Revista Ambiente Siglo XXI - ONG Econciencia Autora Rosalía Paz
Como desarrollamos en la primer parte de este artículo, para cada tipo de contaminante, el ecosistema posee los mecanismos intrínsecos para diluirlos y transformarlos en sustancias no tóxicas que se reincorporan en los ciclos biogeoquímicos. De esta manera, se reciclan y vuelven a formar parte de los seres vivos ingresando en la cadena trófica por su asimilación en los tejidos de los productores primarios y sus siguientes eslabones. Sin embargo, un contaminante pasa a constituir un problema cuando el agente contaminante supera la capacidad del sistema para eliminarlo o diluirlo. Incluso cuando el contaminante se encuentra en cantidades muy pequeñas en el medio ambiente, puede resultar muy peligroso. Pero, cuales son las consecuencias de la contaminación para los seres vivos? Eso lo desarrollaremos a lo largo de este artículo.
Tanto las plantas como los animales toman del medio ambiente los recursos necesarios para crecer, desarrollarse y reproducirse. Las plantas seleccionan los nutrientes que formaran parte de sus tejidos mediante mecanismos muy específicos que se llevan a cabo generalmente en la raíz, y elaboran moléculas más complejas utilizando para ello la energía lumínica del sol. Por su parte, los animales consumen los tejidos de otros seres vivos como plantas y otros animales y descomponen sus componentes en moléculas más pequeñas que utilizarán para sintetizar los elementos de sus propios tejidos. En todos estos procesos existen vías muy específicas por las cuales los diferentes nutrientes entran y se transforman en parte de la composición corporal, tanto de plantas como de animales. Todo aquello que no pueda metabolizarse, o los deshechos de la actividad metabólica, son liberados al ambiente, también por mecanismos muy específicos.
Pero que tiene que ver esto con la contaminación? Sucede que desde la revolución industrial, hemos venido liberando una gran cantidad de sustancias contaminantes tanto al aire, al suelo como al agua. Gran parte de estas sustancias (compuestos organoclorados, dioxinas, furanos, PCBs, etc) son, o origen sintético (no se producen en forma natural) o de fuentes naturales (metales pesados) pero que se encuentran en concentraciones muy superiores a las encontradas en el ambiente. Esto implica que los seres vivos nunca habían estado expuestos anteriormente a estas sustancias, o a esas concentraciones, no disponiendo de esta manera de los mecanismos intrínsecos para descomponerlas o eliminarlas de sus tejidos. Para entender un poco las consecuencias de ello veamos el siguiente ejemplo.
Imaginemos una sustancia contaminante que se encuentra en concentraciones muy diluidas en el sistema acuático, aéreo o terrestre. Esta sustancia puede ingresar a una planta a través de sus raíces u hojas, o a un animal por medio de su ingesta directa o por las vías respiratorias o cutáneas. Como la planta, o el animal no poseen el mecanismo de eliminarla, esta sustancia se acumula en su interior. Según su estructura química, puede tener una afinidad por determinado tipo de tejidos como los órganos de reserva en plantas (tubérculos y granos) o el sistema nervioso, el hígado o tejidos grasos de animales. Según la concentración en el medio y el tiempo de exposición del ser vivo a este contaminante, mayor va a ser la concentración del mismo en sus tejidos. Este proceso se llama bioacumulación (o sea, la acumulación de una sustancia química a raíz de la actividad biológica de un ser vivo). Como resultado de la bioacumulación concentraciones no medibles y no dañinas pueden aumentar cientos de millones de veces dentro del cuerpo de los organismos. El peligro de este fenómeno depende de la toxicidad de la sustancia en cuestión. Cuanto más peligrosa sea la misma, peores serán las consecuencias de su acumulación en un ser vivo. Estas pueden pasar desde un debilitamiento (tornando la planta o el animal más susceptible al ataque de patógenos o depredadores), desarrollo de enfermedades de distinto grado de severidad o incluso a su muerte.
Pero este problema no termina solo en el ser vivo intoxicado, si no tiene consecuencias peores. Si recordamos, cada eslabón de la cadena alimentaria sirve de alimento al eslabón siguiente. En cada nivel se pierde el 10% de la energía presente en los tejidos del ser vivo en forma de calor, con lo que el eslabón siguiente debe ingerir más seres vivos a fin de suplir sus necesidades energéticas básicas. Si imaginamos un ecosistema acuático contaminado como el de la siguiente figura, veremos que un alga expuesta a un agente contaminante acumula una gran cantidad de partículas contaminantes a lo largo de su vida. Esta alga servirá de alimento al siguiente nivel trófico, en este caso el camarón. A lo largo de su vida, el camarón ingerirá una gran cantidad de algas, con lo que la cantidad de partículas contaminantes que se acumularán en su interior será increíblemente superior a la cantidad presente en el medio exterior o en cada alga que ingirió. A su vez, el pez que se alimente de estos camarones acumulará esta toxina todavía más, y ocurrirá lo mismo con el lobo marino y finalmente con el oso polar. Este proceso es conocido como biomagnificación, y como bien podemos ver, las consecuencias son cada vez más severas a medida que vamos ascendiendo a lo largo de la cadena trófica.
Vemos de esta manera como la contaminación del agua, del suelo y del aire tienen efectos terriblemente negativos sobre los seres vivos que habitan estos ecosistemas contaminados. Incluso cuando el agente contaminante se encuentra en muy bajas concentraciones en el medio ambiente, sus efectos a lo largo de la cadena trófica pueden ser muy dramáticos. Pero todas estas acciones del hombre sobre la naturaleza no son gratis. En la tercer y última parte de este artículo desarrollaremos las consecuencias de la contaminación para el hombre y su salud.
Referencias Bibliográficas:
http://www.mundoazul.org/contaminacion.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Bioconcentraci%C3%B3n
Paz, Rosalía. La simplificación de los sistemas naturales Parte I: El flujo de la energía a lo largo de los seres vivos. Ambiente Siglo XXI. Econciencia. Junio 2008 No 14.
Paz, Rosalía. Parte II: Como el hombre dirige el flujo energético para producir alimentos. Ambiente Siglo XXI. Econciencia. Julio 2008 No 15.
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