Publicado en Revista Ambiente Siglo XXI - ONG Econciencia Autora Rosalía Paz
La domesticación de plantas y animales consistió en uno de los desarrollos más importante ocurridos en los últimos 10.000 años de la historia de la humanidad. Esta innovación tecnológica tuvo repercusiones sin precedentes tanto para nosotros como para los animales y plantas domesticados. En nuestro caso, comenzamos a producir la mayoría de nuestros alimentos y materias primas y pasamos de un estado nómada a sedentario, fenómeno que permitió una estructura social y el desarrollo del arte y los oficios. En el caso de las plantas y los animales, se produjeron cambios sustanciales en su comportamiento y reproducción, en su conjunto conocidos como el “síndrome de la domesticación”. Tanto nosotros, como estas maravillosas especies que nos acompañan en nuestra evolución, dependemos unas de las otras para continuar con nuestra existencia sobre este planeta.
Que es?
La domesticación es un proceso de selección genética ejercido, conciente o inconscientemente por humanos para adaptar plantas y animales salvajes a cultivos y rebaños, respectivamente (selección artificial). Este proceso tuvo inicio hace cerca de 10.000 años atrás, cuando los primeros agricultores iniciaron el cultivo de plantas o la crianza de animales bajo condiciones de cautiverio, imponiendo presiones selectivas, sobre todo por el control de la reproducción de estas especies.
Este proceso fue posible gracias a la observación de la naturaleza por parte del hombre. Con ella, logró adquirir un íntimo conocimiento del crecimiento, desarrollo y comportamiento de las plantas y los animales que lo rodeaban. Nuestros ancestros entendían que algunas plantas podían ser cosechadas con menos esfuerzo y proporcionaban frutos o semillas que eran más agradables al paladar, mientras que otras eran útiles para la confección de productos (madera, fibras). Ellos también reconocían cuales animales vivían en rebaños y cuales toleraban más el confinamiento y las altas densidades en un corral.
Se supone que los primeros intentos de cultivo de plantas fueron a base de prueba y error con la finalidad de suplementar la caza y recolección antes que la agricultura fuera eventualmente la principal fuente de alimentos. La agricultura y la pecuaria se generaron de manera independiente en distintas partes del mundo. Muchas teorías han sido propuestas para explicar su origen, sin embargo la que tiene mayor peso es la que atribuye el desarrollo de esto a un desequilibrio entre el suministro y la demanda de alimentos, ya sea por el crecimiento poblacional o por un cambio climático.

Consecuencias para los “domesticadores”.
El advenimiento de agricultura fue una condición necesaria para el desarrollo de civilizaciones humanas. Fue a partir de este momento que tuvo inicio la explosión demográfica humana.
El exceso de alimento producido por la agricultura permitió la especialización del trabajo de modo que algunos individuos en las sociedades primitivas pudieran dedicarse al desarrollo de actividades diferentes a la obtención de alimentos, tales como el arte, la ciencia, el comercio, la administración y la guerra. Se cree que las sociedades de cazadores-recolectores eran relativamente igualitarias, pero que después de la introducción de agricultura, las sociedades se hicieron gradualmente más jerárquicas y oligárquicas, terminando finalmente como ciudades – estado gobernadas por un jefe.
Con poblaciones más grandes y concentradas, y la concentración de alimentos y desperdicios, la dependencia de nuestra sociedad al campo nos hizo más vulnerables a plagas y enfermedades. Estas fueron las principales causas de muertes masivas en la historia de nuestra humanidad.
Consecuencias para las especies domesticadas.
Todos los seres vivientes se encuentran bajo las presiones selectivas del medio que seleccionan los organismos más aptos para cada tipo de ambiente (selección natural). Durante el proceso de domesticación, tanto las plantas como los animales se encuentran bajo otro tipo de selección: la selección artificial. Esta es ejercida por el hombre que selecciona características de interés y mediante cruzamientos selectivos, aumenta su frecuencia en las especies domesticadas.
La consecuencia directa de esta selección es que tanto plantas como animales adquieren una serie de características nuevas que las distinguen claramente de sus parientes silvestres (no domesticados). Estos cambios vienen acompañados de una serie de características físicas (fenotípicas) conocidas en conjunto como el “síndrome de la domesticación”, que tienen repercusiones sobre el comportamiento, reproducción y capacidad de adaptación, haciéndolos totalmente dependientes del hombre para completar sus ciclos.
En el caso de las plantas, las principales características seleccionadas están relacionadas con la dispersión de las semillas y la dormición (que es el retraso en la germinación que evita que todas las semillas de una planta germinen en un mismo momento). Las plantas silvestres dispersan sus semillas cuando estas están maduras, mientras que en las plantas domesticadas esta capacidad se perdió por razones obvias. En el caso de las plantas silvestres, las semillas dispersas forman parte del banco de semillas permanente del suelo, y van germinando en distintos años para minimizar los efectos de años con condiciones desfavorables. Las plantas domesticadas perdieron esta capacidad y las semillas pueden germinar luego de producidas. Otras características son la sincronía en la floración, concentrando la cosecha a un tiempo determinado. Estos caracteres permiten a los agricultores predecir el comportamiento de las plantas en el campo. También se han seleccionado características visuales (tamaño, forma y color), sensoriales (reducción en contenido de compuestos tóxicos o de sabor desagradable) y cuanto a composición química (aumento en contenidos de carbohidratos, fibras).


La dirección de la domesticación de los animales, por su parte, también ha ido variando en cuanto a los caracteres deseados por el hombre. La mayoría de los animales domésticos son herbívoros u omnívoros. Su comportamiento ha sido seleccionado para la docilidad y esto está en parte relacionado con la reducción en su tamaño cerebral, y menor desarrollo de sus órganos sensoriales (estos no son necesarios para el desarrollo en cautiverio, mientras que son de vital importancia en la naturaleza.). Presentan una capacidad de desplazamiento limitado y reducida respuesta a los cambios ambientales. También presentan una alteración en su comportamiento social, presentando apareamientos promiscuos, y pueden ser separados de manera más temprana luego del nacimiento.
La relación del hombre con la naturaleza es extremadamente estrecha. El éxito de nuestra civilización es atribuido en gran parte a la simbiosis de nuestra especie con las especies animales y vegetales que hemos logrado domesticar. Tanto el hombre, como las especies domesticadas, no pueden sobrevivir sin la existencia del uno y del otro. En los últimos años, se ha reducido en forma importante la diversidad de plantas y animales cultivados y criados llevando a una significativa reducción en el tipo de alimentos consumidos. Además, dentro de estas pocas especies, se ha producido una pérdida de diversidad genética que limita la adaptación a las condiciones ambientales cambiantes que estamos viviendo en los días actuales. Esto tiene repercusiones sin precedentes para la existencia de nuestra humanidad.
Referencias
- Gepts, P. and Papa, R.(2002) Evolution during domestication. Encyclopedia of life sciences. els.net.
- Diamond, J. (2002) Evolution, consequences and future of plant and animal domestication. Nature. 418 p. 700-707.
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